Al ver lo lejos que hemos llegado, me impresiona ver cómo nos escuchamos ahora, confiamos el uno en el otro, nos creemos. Creo que ese es realmente el objetivo de la terapia, eso me está curando.
A medida que avanzaba la terapia, aprendimos a creer en nosotros mismos. Creer que cada parte tiene una buena razón para reaccionar como lo hace. Hemos aprendido a escuchar cada una de las opiniones y a buscar un término medio, un compromiso. Ya no estamos peleando, ya no estamos en guerra. Somos uno. Deberíamos saltar de alegría. Deberíamos llorar de alegría. Deberíamos celebrarlo.
Ya no estamos solos. Ninguna de mis partes está sola ya. Algunos de nosotros nos hemos fusionado. Algunos están reunidos ahora. Deberíamos haberlo celebrado.
Ya no tenemos miedo. Entendimos que nuestros torturadores nos mintieron. Ya no tenemos miedo. Deberíamos celebrar y alegrarnos por ello.
Pero grita por dentro. Grita con urgencia para decir, grita de dolor. Grita la necesidad de cambiar, de hacer que la gente entienda. No por orgullo de ser "el" que hablará. No. Pero porque dentro de "jaulas pequeñas", "la bestia" y todos los demás gritan y cuentan los sufrimientos, las torturas que han sufrido. Escucho su llanto, siento su dolor. Un grito demasiado tiempo contenido, que negaste que finalmente tiene derecho a expresarse. Es una necesidad vital.
Pero en las últimas semanas la terapia se ha complicado. Mis partes sienten que mi psiquiatra ya no puede oírlas.
Mis partes disociativas necesitan un psiquiatra que las ayude a mantener y solidificar nuestro entendimiento entre las partes. En las últimas semanas de sesiones de terapia salgo cada vez con más dudas con la impresión de que se niegan mis necesidades y que no se tienen en cuenta los diferentes puntos de vista de mis partidos, se olvidan sus roles.
Desde el comienzo de mi atención, he experimentado la importancia de la elección, la libertad y el control de un TID: cada parte tiene un papel específico y es importante dentro del sistema.
Durante casi dos meses no hemos cambiado de opinión, no luchamos internamente, estamos de acuerdo juntos.
Desde el inicio de mi cuidado, he experimentado la importancia de trabajar con personas dignas de confianza, para poder tener experiencias positivas de vínculos de apego. Enseñar a mis fiestas que otras relaciones son posibles.
Me pregunto mucho qué pasará después. ¡Qué camino más difícil para arreglárselas con un TID!
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